“¡Este año es una locura! Cada vez me siento más firme, tengo más fuerza, pero también estoy enojado como nunca y hay temores que no me dejan en paz», tuiteó Reason poco antes del lanzamiento del deseado New Beginnings, el primer larga duración bajo la tutela completa de TDE. Ese tuit no era más que una breve fotografía de la zona de riesgos que es “empezar a ver los frutos, disfrutar al fin de la vida y seguir lidiando con ser un joven negro en América”. La sensación de inminencia histórica topándose con la inminencia de un año que no dio tregua.
Para más, el 2020 lo tuvo de protagonista con una transversalidad de la que siempre salió victorioso. No sorprende, tiene la cintura y, sobre todo, la sensatez. En los momentos de mayor exposición, más aún, en las exposiciones más filosas a las que se montó, lo que siempre predominó fue un tono de corazón abierto, genuino, cierta ansiedad catártica, pero también una búsqueda de ecos, de proyectar lazos. No tan diferente a lo que vemos en sus letras, aunque a la hora de rimar también tenga en claro que no hay demasiado margen para ningún tipo de piedad, empezando para con él mismo y apostando a esa no piedad como un impulso de supervivencia y registro generacional: Reason es de la camada que creció viendo cómo la guerra de pandillas liquidaba a más de una generación, entre pérdidas en las que no solo figuraban héroes y nombres icónicos del hip hop, sino familiares, amigos íntimos, por lo que desde su juventud temprana hizo malabares para mantener las buenas relaciones sin pertenecer ni quedar en ninguna intersección fatal. Como suele suceder cada vez que revisamos las historias de esa camada, Nipsey Hussle aparece como mediador, como un cuerpo-faro que no solo recuperó una tradición solidaria fortaleciendo las nociones de comunidad y cultura, sino que directamente se dedicó a «torcer destinos».

El futuro agente deportivo que se cruzó con el rap
Robert Gill Jr. nació al borde del equinoccio otoñal californiano de 1990. Tiene un hermano gemelo y una hermana mayor. Crecieron en el corazón de la cuna de pandillas, South Central, lo que les valió una infancia “muy de puertas adentro” para menguar la convivencia inmediata con las violencias, las drogas y el estado de duelo latente. La familia decidió moverse hacia Carson, apenas pasando Compton, un mediodía que un vecino comenzó a dispararle a su esposa y puso en peligro la seguridad que daba ese «puertas adentro».
Comenzó a rapear de grande, entre el aburrimiento y la necesidad de asimilar distancias familiares en su paso por el Northwestern College, en Iowa, al que llegó con una beca y con la expectativa de hacer una carrera universitaria que le dé dinero sin resignar su pasión por el deporte. Su futuro lo imaginaba como un agente deportivo pero el proceso lúdico de ir soltándose al rap fue revelador en varios sentidos. A la hora de escribir podía decir “de mil maneras” cosas que pensaba y que no siempre encontraba el ámbito o la forma de expresarlas. No tardó en sentir cierto alivio, “poder sacar cosas del pecho, algunas que nunca había intentado poner en palabras ni pensarlas porque sabía el dolor o la responsabilidad que eso me daría”. Además, escribir lo obligaba a una nueva forma de atención, porque, aunque “el rap se hace de lo que vemos”, no se trata solo de lo que se siente frente a lo que sucede, también se trata de creencias. Por eso, su poesía se destaca cuando levanta el guante, cuando asoma entre las cenizas, cuando parte, en definitiva, de lo que queda del acontecimiento, “de lo que vemos”, o de la reacción frente a ello.
Los días en el Northwestern College se fueron dividiendo cada vez más entre el rap “como terapia” y un gran lucimiento jugando al básquet que le dio protagonismo, tan así que fue tentado por un club de Grecia dispuesto a todo por tenerlo entre sus filas. Una vez graduado y ya sin ningún tipo de interés en la especialización en negocios que el instituto otorgaba, el rap lo había tomado todo, así que rechazó la oferta deportiva y decidió dedicarse a la música. Había ocurrido lo inevitable: “me enamoré de rapear”.

Lo primero es la familia
Los años entre el 2014 y 2016 fueron duros. Los mixtapes digitales se perdían en el gran océano de oferta que es internet y los problemas económicos se agigantaban. Para sonar mejor debía invertir, ya no alcanzaba con esa gran adquisición que había sido la MacBook dejándolo al borde de la quiebra. Esta tensión derivó en un pensamiento constante de dejar la música o de soluciones que parecían temporales de acuerdo con los trabajos que iba agarrando, “y todo lo que ganaba iba a la música, lo que me terminaba también generando problemas con mis jefes, porque seguía yendo de discográfica en discográfica y eso, aparte de distraerme bastante, me tomaba horas laborales, algo que era imposible que no sucediera porque trabajaba doce horas diarias”. Pero llegó el 2017, lanzó el crudo y potente There You Have It y el destino, o la famosa teoría de los 6º de separación, lo hizo cruzarse con Moosa, hijo mayor de Anthony “Top Dawg” Tiffith. La historia a partir de acá se contaría sola si no hubiera algunos detalles fulgorosos.
Reason no tenía ni idea quién era Moosa y estaba en uno de esos momentos de dejar todo, lidiando también con un cuadro de estrés y depresión que auguraba lo peor, ese álbum para él pesaba tanto que era más un cierre que un nuevo intento. Así que cuando Moosa se le acercó para proponerle una juntada para pasar unos discos y hacer algo de música, convencido de poder ayudarlo a llevar su trabajo a otro nivel, lo rechazó por completo, “ya no tenía más energía para reunirme con nadie, para pasar el mismo manoseo una y otra vez. Los agentes ni siquiera escuchaban mi música, se fijaban directamente en mis redes sociales la cantidad de seguidores que tenía o la cantidad de plays que había conseguido en SoundCloud. ¿Qué tiene que ver eso con la música, con la cultura, con lo que estoy diciendo? ¡Nada! Realmente ese juego es despreciable y me chupó demasiada sangre”. A pesar del rechazo, Moosa le repitió la propuesta, le habló de «amor de hermano» y de sentir confianza en lo que había escuchado esa noche. Como decían los versos de Safo, qué tan bien y vigentes caen sobre estos tiempos verborrágicos y narcisistas, «me parece igual a los dioses ese hombre sentado frente a ti escuchando tu dulce charla». Y a los dioses, o a sus iguales, nadie puede decirles que no. Así que, luego de un par de intercambios más, y también algún que otro desencuentro, lograron juntarse en un estudio. Fan de Jay Rock, su artista favorito de la familia TDE, Reason cuenta que apenas entró reconoció por las paredes al lugar que había visto incansablemente en los primeros videos que la troupe subió en sus comienzos a YouTube. Recién ahí pensó que esto podía ser una oportunidad real.
El primer material que le llega a Top Dawg sale de esas reuniones informales con Moosa, quien le entregó al padre material sin permiso de Reason. Apenas unas semanas después llegó al primer encuentro con “el capo de la mafia del Oeste” y, a diferencia de todo lo que había vivido, casi no hubo conversación y los equipos estaban listos para que empiece a pasar su música. Top Dawg solo habló para decir los temas que quería recibir por mensaje de texto. Según él, esa primera vez fue bastante frustrante, sin embargo, a los pocos días, alrededor de las 6 de la mañana, Moosa lo llamó para adelantársele a su padre y contarle que estaban pensando en ficharlo. Al parecer, el gran padre gran había pasado una noche de insomnio con los temas que el chico de Carson le había enviado, y encontró en la fuerza vocal y el existencialismo lírico de There You Have It todo lo que TDE venía buscando para ampliar su plantilla. La vorágine posterior giró en torno a relanzarlo bajo producción y disco del sello, algo que lo sorprendió pero le bastó la explicación, la que moldea bastante bien la identidad del colectivo que viene haciendo historia en la cultura hip hop y más allá también, “no necesitamos contar porqué te fichamos si escuchan lo mismo que escuchamos nosotros, está ahí, nada que agregar”.
La firma del contrato fue un hecho y la advertencia que cayó en ese momento también moldea las razones por las cuales todo lo que toca TDE lo hace oro: “paciencia, estamos proyectando de acá a un año. Acá no hay apuro por nada, nadie nos corre”. Sin embargo, lo más importante que escuchó por aquellos días el artista que había agotado su fe por no cumplir con ciertos estándares efectistas de época fue “a nadie le importan esas redes sociales”. La gran victoria de todo esto, según sus propias palabras, es que a partir de ese momento sabía que solo tenía que dedicarse a dos cosas: al trabajo, que ahora sería uno solo, su música, y a compartir tiempo de calidad con sus familias, que ahora serían dos, la de toda la vida y la que acababa de adoptarlo.

De Rob a Reason
El que avisa no traiciona y el relanzamiento de There You Have It bajo la bendición de TDE salió en septiembre del 2018. Pero el año había empezado antes para él y hubo dos momentos claves, uno de aproximación y otro fundacional.
Los primeros días de febrero, de la mano de Kendrick Lamar, la flamante adquisición del sello posicionaba su nombre desconocido entre esa selección de lujo que el de Compton comandó para el soundtrack épico de Black Panther. Ya no era Rob, era Reason. Y había una canción, que también fue parte de esas piezas que tocaron la sensibilidad de Top Dawg el día que se conocieron, que una vez actualizada y recargada daría cuenta de ese proceso: “The Soul”, un himno freestyle en el que vuelca toda la carne viva al asador, un himno autobiográfico que deviene en una poética que se enciende a través de los vínculos con los que se fue haciendo, es decir, un sentido de autobiografía que en vez de quedarse en el vano regodeo yoico busca todo el tiempo a esas otredades con las que construimos nuestro yo. Así, su familia, la ciudad, el dream team TDE y el rap reciben un poco de su corazón.
Con esta pieza de lujo el sello decidió avisarle al mundo que tenía nuevo integrante. Sin más, un link al tema y ya, no solo porque todo lo importante estaba ahí, también cualquier pregunta encontraría su respuesta entre esas rimas. Para más, el efecto que sabían que causaría tendría su clímax al mes siguiente cuando There You Have It ya estuviese disponible, ahora sí, para todo el mundo.
2020: Reason conducción
Ahora ajustemos el GPS y partamos de Look, patience, new beginning’s comin’, una de las primeras oraciones que reza en “The Soul”, para llegar a este 2020, año en el que ese “new beginning” se convirtió en New Beginnings, el primer álbum creado, procesado, producido, digamos tiempo completo siendo parte de TDE. Casual o causalmente, el año en el que por los devenires pandémicos y de las tensiones raciales quedó prácticamente como vocero del team.
Mientras SZA pataleaba y estimulaba un escrache a Punch por no lanzar su trabajo e insinuar manejos machistas, Reason toreaba a todo aquel que se le cruzara al grito de “quiero música” explicando lo difícil que estaba siendo el año para todos, así como al que tirara más leña al cuestionamiento de “dónde están todos que no están con la gente”, cuando para mitad de año las calles estaban enardecidas y el único que «daba la cara» era él, que a su vez también demandaba a los artistas de peso del hip hop que se hagan cargo de su condición para aportar mucho más que un par de tuits a un escenario súper violento y de desborde social.
TDE terminó sacando una postal con pose de comunicado —bastante lavado y vencido— después de brillar por su ausencia durante semanas. También fue soltando algunas piezas que quedarán entre las mejores que dio el año, un muy buen año en términos musicales para un hip hop que en las malas se agranda y fortalece su reinado. Sin embargo, algunas reseñas y varios portales, aprovechando el silencio habitual de las estrellas y el humo que habían levantado los pataleos insólitos de SZA, tomaron esos lanzamientos como un signo de debilitación y salieron a cuestionar no solo la vigencia del sello sino su futuro, habladurías que terminaron rápidamente llevando a Kendrick Lamar al centro de la tormenta por una posible separación del team. Ah, periodismo musical, no lo entenderías. O sí, en realidad sí. No tanto porque no sea posible una separación de TDE, hasta el imperio romano ha caído, así funciona la historia y la vida, sino por sus abordajes mediocres, su pasión por el clickbait y su espíritu carroñero.
“Sin colaboraciones no hay hip hop”, advirtió Reason en cuanto asomaron los buitres, “sería quitarle su exhibición de hermandad, ¿pueden verlo eso?». El ritual colaborativo dentro de las grabaciones del hip hop tiene varias razones de ser, empezando por las propias concepciones del hip hop y la pretensión del medirse con otro o frente a otros, según el acceso que se tenga. Con el tiempo, más allá de ayudar al armado de vinculaciones, identidades y representatividades, también se consolidó como un ingreso económico y un gesto de padrinazgo; en palabras de Reason «las colaboraciones ayudan a seguir moviendo la comunidad, a los que, cuando uno sube un poco, quedan abajo. Somos nosotros los que abrimos paso a los hermanos que vienen rapeando, no hay nadie más dándolos a conocer”. Eran días sensibles para la comunidad afroestadounidense y los artistas hip hop aportaron cuerpo, organización, discusión, furia, herramientas y, claro, musicalizaron los acontecimientos. “Mirar estas colaboraciones como algo menor es no entender lo que hacemos ni las razones que nos mueven a hacerlo. ¡Esto es hip hop, hombre!”, desafiaba en un IG Live. La comodidad de pensar el hip hop como si fuera música y no en diálogo con su tiempo entorpece sistemáticamente la comprensión de gestos y definiciones que se ejercen como posicionamientos necesarios. En realidad, más que comodidad, ahí hay una tragedia, porque el hip hop funciona como un sistema de gestos y posicionamientos. Pero, claro, al consumidor/divulgador estético y yoico, ya sabemos, nada lo satisface: no escucha, no habita, no comprende, devora.
Reason fue uno de los artistas de la plantilla que más colaboraciones y sencillos metió este año, desde consagrados hasta novatos lo buscaron, y él lo disfrutó. ¿Acaso compartir no es dar crédito? Y también se atrevió a un video conmovedor, realizado a contrarreloj, al ritmo de las palpitaciones callejeras. “Tengo que agradecerle mucho a mi familia porque me permitieron hacerlo y me facilitaron todo, corrieron conmigo porque esto es más grande que un lanzamiento”, tuiteó antes de mostrarnos “Field N****”. La familia a la que hacía referencia era TDE.
Corría el 19 de junio y ya no había dudas, no solo que ya había dejado de ser el nuevo del team, no solo lo estábamos viendo madurar cierto liderazgo a velocidad luz en vivo y en directo, también había tomado la vocería y apenas empezaba a vislumbrarse lo que ahora, en diciembre, podemos afirmar: fue el mejor jugador de un equipo de estrellas y, MVP aparte, uno de los artistas del hip hop que más creció el último año, sin marearse y consolidando vínculos con colegas. Cuando se repasen las tensiones raciales y culturales de este año su aporte estará ahí dando testimonio, grabado para siempre en una conjunción que incluye música propia, música con unos y otros, conversaciones virtuales y presencia territorial. No en vano le dijo al one&only Freddie Gibbs, rey del año en este 2020 suyo más que consagratorio y artífice del verso que define la época (the revolution is the genocide / Look, your execution will be televised), que próximamente iría por él, “estoy listo para esa colaboración con vos. Es mi siguiente sueño a realizar”.
nuevos comienzos
“Suelo ser pesimista, pero este año nuestro, los últimos años mío… Hubo mucha gente ahí para mí, muchos estuvieron esperándome, esperando algo mío. Quería regalarles un poco de fe, por eso New Beginnings”, explicó cuando al fin llegó el lanzamiento del álbum y cayeron flores desde todos lados a su pies.
Catorce temas, todos con su firma, que se cuentan en cuarenta y siete minutos de excelencia lírica, tan cruda que incomoda, pero también configurando cierta intimidad, un tono confesional que habilita complicidades; todo sostenido por la mano visible de la calidad de TDE apostando a una producción superior. Siete de esos catorce temas tienen colaboraciones que no son solo de lujo, “son personas que quiero, artistas que admiro, que me animan a crecer”. Por un lado están las que ya conocíamos, como «Fick It Up» con Ab-Soul, lanzada el año pasado con un video que levantó polvo, o «Show Stop», lanzada en enero como sencillo, que cuenta con una ajustada colaboración de Kendrick, una colaboración que no necesita ser grandilocuente para demostrar el plus que aporta su presencia y su capacidad de marcar ritmo. A mitad de año habíamos escuchado «Pop Shit» con ScHoolboy Q y «Sauce» con Vince Staples. Las novedades, entonces, llegan de la mano de Isaiah Rashad y JID colaborando juntos en «Extinct», una de las máximas joyitas del disco; Alemeda aporta sensualidad a la sensual «Slow Down»; la voz cargada de intimidad de Mereba potencia las texturas y delicadeza de «Westside» y en «I Can Make It» se cumple un sueño, la unión de fuerzas con Rapsody, “no hay mejor rap que el de ella, es mi artista favorita”, el resultado es pura potencia. En soledad, Reason rapea con destreza y es hábil para construir climas, para sostener tensiones o soltarlas, dejando que de la música aflore el margen emocional. «Something More» abre el álbum y al mismo tiempo te abre el corazón, debe ser por pura precaución que, a partir de ahí, los puntos más altos con el rapero haciendo lo suyo estén acomodados matemáticamente como para darnos respiro; en ese sentido, «Fall» y «Windows Cry» completan el podio.

New Beginnings hace del encuentro entre contemporáneos un manifiesto volcánico de visiones culturales, son el hip hop en sí mismo, en su más salvaje y cruda percepción. Están todos al dente y lo saben. Lenguas filosas y una actitud de guerra descansando sobre bases cuidadosamente producidas para que la experiencia al oído sea entre envolvente, erógena y punzante. Lo filoso y lo guerrero no pierden volumen cuando lo que gana es la insinuación o el susurro, más bien se reafirman como la estructura que permite esa manera de expresión, aplica acá el famoso «endurecerse sin perder la ternura». La comunión de estilos, las voces más ásperas golpeando con las más dulces, los sonidos oscuros deslizándose con ligereza hacia una luz al final del túnel que nunca llega componen un paisaje que está siempre en movimiento, no de forma escurridiza, de forma espesa, plegándose a su proceso.
Más allá del álbum en sí, que despega entre los mejores de los últimos años y aporta jerarquía a la cultura sin concesión que se propone TDE, siendo fiel a las raíces del oeste, Reason es prometedor para un futuro del que no tenemos garantías. El nuevo comienzo es el fin de la certidumbre tal como la conocíamos hasta ahora pero lejos de toda resignación, su propuesta problematiza esta implicancia, la revitaliza. Se sube a su flow y como un jinete va contra la industria, contra las políticas, contra mandatos, contra la banalidad y lo falso. Puede hacerlo no solo porque sabe cómo hacerlo, principalmente puede hacerlo por el lugar desde el que lo hace. Ese pequeño privilegio que pueden darse los que no se configuran como víctimas ni aspiran a ser victimarios, los que no niegan el sentido macro del «todos somos parte» pero marcan toda la diferencia posible que está a su alcance no prestándose a alimentar, a decir, hacer, divulgar todo aquello que entorpezca y dificulte el mundo que profesan. Porque es tan real que «todos somos parte», lo que en sí no significa nada, por eso siempre aparece más como una reacción que como un efecto de comprensión, como que hay varias maneras de serlo, y esa capacidad de elección es tanto poder como móvil de posición. En definitiva, todo hombre tiene un código y —más que nunca en tiempos de likes, clickbait y demás— el clic de la cuestión es a disposición de qué/quiénes se pone ese código. Dinámica que se vuelve inevitablemente edificante cuando ese código es, además, un don.
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