El New York Times llegó a burlarse de él por ser el que concentró todos los insultos de la ciudad cuando el hip hop comenzaba a ganar territorio. Era el único “nombre” que, por ese entonces, la mayoría de los neoyorkinos conocía en relación a esa nueva cultura que emergía: Dez. No había subte ni paredón que no tuviera su firma.

Dez en su muro Kay Gee (Manhattan, 1983) / Foto de Henry Chalfant
El lenguaje del grafiti incomodaba porque fue el primer elemento que pudo romper las fronteras de los guetos. Mientras que en las calles familiares era una escenografía fija más, acompañando a las las bandejas, las rimas y el baile, más allá de los bloques sociales era un manifiesto móvil que viajaba por la ciudad y la iba tomando de a poco. La gran conquista grafitera fue apropiarse de los trenes y subtes, lo que les daría una visibilidad garantizada, llegando, incluso, a los que no viajan ni en tren ni en subte. Así, por fuera del nicho, para la gran ciudad los enemigos públicos eran los poetas del aerosol, tal como todavía se los llamaba y celebraba en esa época, y Dez, también llamado Dez TFA, Deezie, Drama King o Kay Slay, entre otros tantos seudónimos que fue tomando, se convirtió en un foco de atención absoluto, el más insultado pero también el más buscado, entre varias razones que lo mantienen hoy como uno de los más queridos de la cultura hip hop, porque no dudaba en acompañar a los principiantes.

DEZ – SKEME – KOOL

Dez x Martha Cooper (ídem portada)
Comenzó a pintar a principios de los años 80. Todavía lo hace hoy, aunque actualmente está avocado en mayor medida a su faceta de DJ. Las curvas que rezaban su nombre, que lo hicieron protagonista también de Style Wars, fueron reemplazadas al ritmo de Slap Your Favourite DJ. Lo que no cambió, y no solo porque él mismo se ocupe de hacerlo notar, es que sigue siendo un militante del mixtape y uno de los principales promotores de la cultura con la que creció y se desarrolló, «la cultura que nos salvó», y lo hace siempre recordando y reivindicando a los que la vieron nacer, «hubo un montón de chicos y chicas que volaron alto antes que los ojos del mundo se fijaran en nosotros. A ellos siempre les agradezco, y acercarlos a las nuevas generaciones es hacer algo más que decirles ‘gracias’. Es una cuestión de hermandad».
Su recorrido no lo deja mentir. Durante los 80 y 90 estuvo en la calle llevando el mensaje más allá de los todos los límites posibles, con el aerosol, el grabador o las bandejas como medio. En la primera década del 2000 aprovechó el respeto ganado y los contactos que fue cosechando a lo largo de su vida para darle fuerza y aire a diferentes raperos, desde 50 Cent a Remy Ma, pasando por varios nombres a los que instó a no soltar, más allá de las nuevas posibilidades, el peso de la acción territorial y del trabajo paso a paso. Para él, el mixtape permite otro tipo de vinculación con el público, una vinculación más fiel y más íntima que la buscada por las discográficas y su hambre por los discos y campañas publicitarias arbitrarias, que pone a todos los públicos en una misma bolsa, como si los barrios fueran lo mismo que una ciudad europea, pero, sobre todo, porque el mixtape respeta los procesos, los pone en valor y consolida una disciplina creativa.
El 2019 lo arrancó con el lanzamiento de The Hip Hop Frontline, un lanzamiento que lo reafirma como DJ Kay Slay y que vuelve a ponerlo como un puente indispensable entre las generaciones. A través de una selección de dieciséis temas, la Vieja Escuela y la Época Dorada son abrazadas por los «dosmiles».

Con Raekwon
“El rap no tiene nada que demostrarle a nadie. Se dice que tuvo momentos bajos. Las discográficas son responsables de que el mundo crea que el rap tuvo momentos bajos. En las calles el rap siempre está mejorando. Siempre hay raperos haciendo cosas buenas, pero si los que manipulan la escucha del público eligen mal, ellos no pueden ponerles un revolver en la cabeza a las personas para que aprendan a distinguir qué es hip hop y qué no”, reflexionó en la presentación de su último trabajo, argumentando que lógicamente es un género que está en constante movimiento porque es genuino y se alimenta de la realidad, “y las realidades cambian”. Cambian tanto que, según él, hoy cuesta ver al grafiti como un elemento fundamental del hip hop, “en Estados Unidos es delito, salvo que se haga en ciertos espacios bajo contrataciones, muchas veces incluso respaldadas por el Estado, y alrededor del mundo también se empezó a usar esa modalidad. El grafiti legal no podría ser nunca un elemento del hip hop y cada vez son menos los que toman el riesgo del arte clandestino, que es el verdadero arte callejero”.
“Las calles ya no son lo mismo, se siente como si todo el mundo dijera” rima Dave East, uno de los preferidos de Dez entre los que se hicieron su lugar estos últimos años, “es definitivamente el nuevo sonido de NY, tiene cosas para decir y sabe cómo decirlas”. También le gusta Don Q, 22G y RJ Payne, “los traje a mi programa porque están locos, y lo que hacen es una locura. No todos tienen sus contratos, pero lo importante es que por acá ya encontraron a su público. Y en definitiva eso es lo que importa, que la música llegue a quien le tiene que llegar».
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