Para un Mesías no hay nada mejor que otro Mesías

A mediados del 2015, justo antes del ataque racista a la Iglesia Metodista Episcopal Africana Emanuel de Charleston (Carolina del Sur), que dejó como saldo nueve asesinatos y la condena de muerte para el supremacista Dylan Roof, de 21 años en ese momento, D’Angelo recorrió Oakland junto a Bobby Seale, cofundador y presidente del Partido Pantera Negra, con el deseo de satisfacer la búsqueda que venía persiguiendo esos últimos años: “tiene que haber una manera de cambiar esto”. La charla no tardó en ponerse interesante con un Seale que fue directo al punto, “sí, la hay, hermano, pero no alcanza con sentarse y debatir, lo que se necesitan son asientos políticos, el lugar desde donde se hacen las leyes para cambiar”.

El contexto de este encuentro exquisito es más que importante: aquel tiroteo no fue aislado, y no por su obvio lugar de ser un capítulo más en el largo relato norteamericano, sino por haber marcado el clímax del escenario racial de una temporada que podemos dar por iniciada con el asesinato de Trayvon Martin y su respectiva consecuencia popular, la que derivó en la nueva ola de movimientos con Black Lives Matter a la cabeza.

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Bobby Seale y D’Angelo caminando por Oakland

Durante ese período, hubo un caso en especial que a D’Angelo lo conmovió y lo motivó a expresarse, y, a su vez, a retomar las lecturas políticas que marcaron su adolescencia, las cuales lo inspirarían a este acercamiento con Seale. Mientras que las manifestaciones se sucedían, él las encaraba tanto en las calles como en su mundo privado, y ese retorno a las lecturas políticas no tardaría en convertirse en un retorno a la música con una idea urgente y clara, la de alzar la voz cada vez más fuerte y expandirla.

El caso que conmovió al cantante, ocurrido en agosto del 2014, fue el asesinato de Michael Brown, un joven afroamericano de 18 años que fue tiroteado por un policía, quien lo venía persiguiendo porque, según le habían informado, él y su amigo habían robado una tienda. Brown, que estaba desarmado, llegó a golpear al oficial, quien utilizó ese golpe para acusar que los disparos fueron en defensa propia, por lo cual fue declarado inimputable. Las calles, por supuesto, hablaron, o, mejor dicho, ardieron.

En diciembre de ese año, luego de más de una década aislado luchando con las adicciones, un accidente automovilístico que le rompió las costillas y una profunda necesidad de reconectar con lo “real” luego del estallido de Voodoo, D’Angelo sorprendió a todos doblemente, no solo que volvía a escena con un disco, sino que era un trabajo atravesado por ese duelo y ese nuevo despertar activista, y ambos climas coincidían con sus procesos personales.

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Así, Black Messiah es él y su regreso, pero también, a partir de sus preocupaciones y reflexiones sociales, nos invita a todos a ser un “Mesías Negro”. Una idea que está lejos de ser puramente espiritual, porque concentra toda la preocupación del FBI y representa la consecuente persecución política con la que a través del COINTELPRO se avanzó sobre los partidos y movimientos revolucionarios.

El álbum, del que quedamos en deuda y hablaremos aparte porque tiene su valor propio, funcionó como antesala para que, mediados por un periodista, Dan Hyman, y luego de haber pasado un rato solos y de programar una cena, Bobby Seale y D’Angelo pasearan por Oakland, corazón de la revolución Pantera. El paseo comenzó en una recorrida en auto y luego se trasladó a una caminata por calles, las mismas desde donde la historia pareció estar cerca de cantar victoria.

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Bobby Seale dando una conferencia en la puerta de la central Black Panther en Oakland

“Estás como embelesado por la presencia de Bobby”, le dice Hyman al cantante, quien no duda en admitirlo, “esto es un sueño, es muy raro conocer a uno de tus héroes. Es como Phoenix Jones, que se viste de superhéroe, pero esto me está pasando en la vida real. Y Bobby, además, no necesita ponerse una capa”. Seale agradece y se interesa por el vuelco político que dio en su último trabajo, pero más aún por lo que promete publicar al año siguiente, un tema llamado Go and Tell Bro que desde el coro dice “cada vez que giro la cabeza es lo mismo de siempre, no es muy diferente ahora de lo que era en aquel entonces”. Desde el futuro sabemos que, finalmente, ese lanzamiento no se dio aún. Y también desde este futuro, a 4 años de este encuentro y a 6 del nacimiento de Black Lives Matter, sabemos que muchas de las opiniones de esta conversación hoy quedan desactualizadas, pero, tal como sugieren los versos de D’Angelo, no así el escenario racial.

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Stokely Carmichael & Bobby Seale

“Estoy presionando para que los jóvenes de estos grupos (BLM) se vuelvan más políticos y electorales, den un verdadero paso al frente. Tenés que hacerte cargo y apropiarte de las bancas, que las ideas se vuelvan medidas protagonistas de las boletas electorales”, plantea Seable, quien recuerda que el Partido Pantera Negra emerge con Stokely Carmichael, el primero en hablar de Black Power (“Hemos estado hablando de libertad durante años. De lo que vamos a empezar a hablar ahora es del Poder Negro”). El presidente de los Pantera concluye que aquel junio de 1966 “fue el momento de la comprensión política”.

En ese aspecto, D’Angelo agrega con entusiasmo cómo, al fin, y después de bastante tiempo, las juventudes volvieron a enredarse en lo político. “Soy de la generación que creció con Public Enemy y que lucía con orgullo sus remeras de Malcolm X, hasta usábamos el sombrero como él. Era genial poder conversar sobre nuestra historia, nuestra moda era ser conscientes y estar conscientes. Luego eso se perdió, pero ahora acá estamos. Y hay muchos músicos diciendo cosas importantes. También hay muchos filtros y demasiadas trabas para que esos músicos lleguen a tomar espacios en el mainstream, pero otros nombres, como Kendrick Lamar, van a trascender con un mensaje en serio».

El periodista se interesa por la relación de la música con la política, Bobby cree que es un aporte de valor y D’Angelo lo ve como algo inevitable. “En The Charade canto que estamos siendo arrastrados por el laberinto de un plan sistemático de extinción. Porque realmente es una aniquilación sistemática la que hay sobre nosotros, pero, para que podamos cambiarlo, primero debemos darnos cuenta de que eso es lo que nos está sucediendo. De ahí la necesidad de marcar una verdadera agenda, de lo contrario termina siendo un hashtag. Entiendo que Black Lives Matter es más que eso, pero, sí, también tengo miedo de que no vaya a ninguna parte”, reflexiona el artista bajo la mirada atenta y experimental del Pantera que acota “no podés permitir que nada de todo esto se calme, hay que seguir y mejorar. Las manifestaciones son necesarias, todas”, y luego se permite un consejo que remite a la visión Black Panther más profunda, “no hay que ser fascista bajo ningún aspecto, no se puede caer en esa trampa, nosotros no somos racistas, y tampoco somos asesinos de policías. No somos eso”.

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Las imágenes del encuentro son de Zackary Canepari p/ NY Times

Antes de finalizar el encuentro, al menos el que mantienen con el periodista presente, ya que luego compartirían una cena juntos, surge el recuerdo de Huey Newton desde su composición más trágica, la del hombre que en los años 60/70 concentró en su cuerpo todo el ideario revolucionario de la época, para luego, en los 80, sentir todo el peso del escenario posrevolucionario y la desesperación del estallido del crack. Sin quererlo, y habiendo luchado con eso, Huey terminó siendo una iconografía de esperanza primero y de frustración después. Quizás por eso mismo D’Angelo insiste en que no busca quedar como un referente ni ejercer un liderazgo, “solamente trato de ser consciente de que hay niños oyendo mis canciones. Como cantante tenemos cierto poder de influencia, es un poder que respeto mucho, porque no me interesa estar en un pedestal”.

Seale asiente y celebra con la calma de saber que el camino dado pudo no dar la victoria que inicialmente se buscaba pero que a través de las nuevas generaciones, perceptibles a «despertar las mentes y a provocar las acciones necesarias», tampoco se puede decir que fue en vano.

«Todo lo que queríamos era una oportunidad para hablar», suena en el estribillo de The Charade, versos que conviven con una expresión de fe que se presenta como advertencia para algunos pero como invitación para otros, «quitándonos el velo de nuestros ojos realmente veremos, y seguiremos adelante, realmente no tomará mucho tiempo».

El fruto del cruce generacional y cultural entre Bobby y D’Angelo es contundente: mientras que el líder revolucionario nos recuerda que todas las batallas importan, porque todas responden a una misma historia de liberación y justicia que tiene que ser contada y honrada, vivida y defendida, el cantante nos convoca, porque todas las voces y las formas de expresión suman y alcanzan a diferentes sectores y sensibilidades.

En conclusión, sí, seguiremos adelante.