Desde ese punto de inflexión geográfica -casi nunca estúpido y siempre sensual- que es Compton, una vez más, nos llega el rap que nos gusta, el que cuida la palabra, el sonido y el sentido de que se junten; el rap que busca aportar a la fuerte tradición local una distinción propia, personal, para mantener viva la llama y que los nombres no se pierdan en lo efímero que se vuelve todo, cada vez más.
Esta idea se configura emotiva, profunda y delicadamente en Everything’s For Sale, el esperado disco debut de Boogie, quien -con varios mixtapes sobre su trayecto, muchas colaboraciones y alianzas ruidosas- confirma en esta obra todas las razones por las cuales esa espera valía la pena, y, ahora también, la gloria.

Everything’s For Sale (Shady Records, 2019)
Lejos de la parafernalia de la modernidad, Boogie invita a una pausa, a una conversación honda que, por momentos, cobra vuelo de tal manera que se condensa en lo confesional. Sus rimas caen del corazón roto, ese mismo corazón que él abre y lo lleva a transformarse en estas piezas del disco, las cuales nos permiten explorar los matices del desamor y la pulsión en niveles crudos, desesperados, pero no sin salida, más bien sabiendo que “todo pasará” y que lo importante será cómo y lo que quedará. Porque sí, todo pasa, pero no tanto, y ese “no tanto” se refleja en lo que deja en nosotros: vicios, cansancio, desconfianzas, frustración, heridas, espacio, alivio, esperanza, ideas, furia, etcétera, en definitiva, para el cuerpo no existe tal cosa como el «borrón y cuenta nueva».
En pleno auge de los mandatos motivacionales, con la banalidad empoderada y dogmatizada, resulta que sentir y no negarse al proceso, así como también humanizar la falta y el error, evocan un acto evolutivo, maduro y sustancial. Mientras que la modernidad desconoce lo insondable y peligroso de su propia infantilidad, Eveything’s For Sale elige otra forma de dar testimonio de las tragedias románticas conviviendo con las económicas, sociales y culturales, pero también con uno mismo, ergo, la cualidad romántica no aparece solamente por lo amoroso, también lo hace filosóficamente, dándole cierto halo de obra conceptual al disco.
La voz ronca de Boogie carga ese testimonio de un realismo trasnochado, congestionado por lo dulce y amargo de las vivencias, engordado por la euforia de un porvenir que ambiciona no resignado. El equipo de producción y los invitados, entre ellos Eminem, cumplen un rol fundamental y con márgenes más que generosos para que se pueda disfrutar ampliamente el mood que aportó cada uno al disco. Todo sucede sobre bases musicales que suenan igual de sinceras, equilibrando lo rústico con lo experimental, no quebrando nunca el clímax de intimidad y dándonos aire en dosis justas y momentos exactos.
El gran logro es que todo ese caudal conceptual se acomoda en 38 minutos, y está organizado y direccionado para que sobre el cierre, Eveything’s For Sale, se sienta bien, sofisticado y suave, aun a pesar de las fibras que toca, o, tal vez, fortalecidos en esas fibras tocadas. ¿Acaso no es más tensa la resistencia y más asfixiante la pose que ese instante lúcido de reconocernos y dejarnos ser todo lo humano que somos? Boogie vino a recordarnos que lo insípido es otra forma de anularnos, y logra, así, uno de los discos más valiosos de lo que va del año, y que sin dudas quedará en el conteo preferido del final.
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