Black Cowboys #2

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Las técnicas de equitación adaptadas de los nativos americanos se combinaron con el conocimiento de la cría de animales y las habilidades de pastoreo de vacas, lo que se remonta a las tradiciones africanas, y así nace el término vaquero / cowboy a lo largo y ancho de aquellos campos trabajados por esclavos y esclavas. Tal como el título de “criado” o de “campero”, el término nace de acuerdo con sus tareas. Y eran los hombres y mujeres racializados (americanos nativos, africanos y afroamericanos) quienes ponían el cuerpo para realizarlas.

Por eso, la iconografía blanca y republicana del cowboy no deja de ser otra deforestación de identidad más en una larga lista para nada casual y lógica: los que contaron y escribieron la historia fueron “los amos”, aquellos que se convirtieron en dueños de las tierras arrasando sobre los nativos primero, las costas africanas después, abriendo paso a una cultura de explotación, violencia y opresión que aún se sostiene por diferentes medios.

Esto también explica por qué la imagen del cowboy blanca, que, a priori, resulta hasta caricaturesca en este punto, parece ir extinguiéndose generación tras generación, o aglutinándose expansivamente en su conceptualismo conservador, mientras que en la comunidad negra aún se la alimenta y se la vive en plenitud, aún a pesar de ser sistemáticamente empujados al olvido.

Esta marginación fue principalmente el resultado de la segregación oficial y no oficial, esto alcanza a las competiciones como a la exclusión comercial dentro de lo que se montaría desde la mirada de Hollywood. En el mundo de los rodeos competitivos, incluso los cowboys negros más famosos y míticos, como Bill Pickett, el inventor de Bull Dogging, un evento popular de lucha de novillos, fueron excluidos de participar con los blancos, o se les daba lugar después de cerrarse las actividades principales y sin acceso a beneficios, trofeos y demás formalidades típicas de una disciplina de competición.

Esta segregación creó la necesidad de una cultura de rodeo afroamericana separada, lo que llevó a lo inevitable, una reorganización social y cultural que abarca mucho más que hábitos y tradiciones, que genera fuentes laborales, ya que organizaron varios eventos anuales, además de las actividades crónicas, y diversas políticas de protección, desde tutorías familiares, ferias, asesoramientos o patrullas barriales.

Black Cowboys

Black Cowboys, de Andrea Robbins y Max Becher, muestra todo esto a través de un ensayo fotográfico resultado de una larga convivencia con los descendientes de los vaqueros esclavos. Durante más de 8 años, los fotógrafos llevaron una investigación a fondo que invitan a un revisionismo profundo y necesario, inspirador y deseoso de una justa reubicación histórica.

Entre las fotografías hay entrevistas y diversos testimonios, datos duros y textos escritos por los propios protagonistas: un revisionismo que necesita de esa primera persona para construir el linaje propio y la comprensión del ensamble comunitario. Porque las diferentes historias familiares negras llegan siempre a un mismo punto, la opresión y la marginalidad, que es, a su vez, donde se halla la gran fuerza de resistencia.   

Lo que nos queda es el conocimiento de cómo los vaqueros negros aportaron a la identidad política y cultural social, y su representación de un eestilo evolutivo, que combina la imagen arquetípica de su descendencia, o sea, lo rural, con el arco espiritual y urbano de su comunidad, y esto va desde el soul hasta el hip hop.