Sister Rosetta, el rock antes del rock

Antes de Elvis, antes de Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, desde las profundidades sureñas de Arkansas, entre los campos de algodón y los encuentros religiosos como único recreo de la esclavitud y la segregación, desde esos gritos que salen del alma y reclaman libertad, desde ahí, desde ese corazón de historia afroamericana nace Sister Rosetta (20 de marzo de 1915).

Willis Atkins, su padre, no está demasiado presente en las biografías ni en las referencias, su ausencia se interpreta desde la desgracia y la lógica de la época sin necesitar más información que la dicha: cultivaba algodón. Katie Bell Nubin, su madre, se aferraba a la iglesia y cantaba, en realidad, cantaba todo el tiempo y por donde fuera, como quien no puede guardarse más dolor del que lleva adentro. La llamaban Mama Bell, tenía una mandolina y una guitarra, que en cuanto las soltaba eran agarradas por su hija.

Con apenas 4 años ya inspiraba a los hermanos de la comunidad a amontonarse en la puerta de su humilde casa para escucharla cantar. A los 6 años ya era la estrella de la iglesia y de los alrededores. No había nadie que lograra sus tonos, no había nadie que guiara al éxtasis como la pequeña Rosetta.

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Madre e hija fotografiadas por Charles Petersonok

El éxtasis en el góspel es el clímax de la libertad anhelada. Parece insólito hablar de celebración en las condiciones en las que todo esto sucedía, pero ahí estaban todas las familias negras bajo el techo de la iglesia, único lugar donde eran libres, sin imaginar que, a su vez, estaban dándole al mundo -entre gemidos, melodías e instrumentos que sonaban a fuego- la base de la mayoría de las músicas venideras, incluso de las que luego llevarían a los blancos a lo más alto de la historia, propia y cultural.

Mama Bell y Rosetta comenzaron a ser llamadas de las iglesias que rodeaban a Arkansas. Fue tal el reconocimiento que obligaron al circuito pentecostal a cambiar las formas de trabajo. Sus presentaciones y visitas se anunciaban con varias semanas de antelación para poder organizar bien los encuentros. Mitad sermón, mitad góspel, cada presentación lograba un nuevo nivel de exploración sonora, vocal y, sobre todo, de explosión popular.

A los 19 años (1934) se casó con un pastor de alto reconocimiento en Chicago, Thomas Tharpe. Fue un matrimonio breve que le dejaría la marca de su apellido frente al público. Para 1938, Rosetta y su madre se instalarían en Nueva York. Aparecerían los primeros contratos e intercalaría espacios religiosos con clubes nocturnos, donde las presentaciones improvisadas con nuevas orquestas cambiaban el destino de la fiereza de su voz y de su ritmo, pero también de la música toda.

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Sister Rosetta & Lucky Millinder Orchestra / 1943

Llegó a la década del 40 con su Rock Me siendo una sensación y desconcertando a todos: sus gritos, golpes, su guitarra eléctrica, su sensualidad y la determinación escénica eran un boom. Para 1945 sella esa sensación de la mano de Strange Things Happening Every Day y logra lo impensado, a ese amor casi sagrado que le tenían los negros, ahora se le sumaba el reconocimiento de la América blanca. Llegó a los primeros puestos de las listas, racistas y sexistas por excelencia, y también llegó al rock antes que el rock en sí mismo.

Acá comenzaba una nueva historia, la que la llevaría a ocupar un lugar especial en los corazones de tipos como Elvis, Johnny Cash, Jerry Lee Lewis o Bob Dylan, quienes con admiración se ocupaban de recordarle al mundo que ella había sido el punto de origen, no sólo en cuestión de sonidos, también en inspiración personal. Algo muy similar pasó con Little Richard; su primera vez en un escenario fue a los 14 años cuando Sister Rosetta lo invitó a subirse con ella, fue en ese momento que él supo lo que tenía que hacer el resto de su vida.

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Sister Rosetta y Marie Knight a mediados de la década del 40 / Michael Ochs Archives

La década del 50 la encontraría casándose con Russell Morrison, su mánager. El matrimonio se daba luego de años de rumores sobre su sexualidad y una posible relación oculta con otra voz del góspel y del R&B, Marie Knight. En la ceremonia cantó con traje de novia para más de 25 mil personas que habían pagado para estar ahí.

A medida que el rock&roll estallaba en Estados Unidos -y era copado de nombres masculinos, no sólo arriba, también abajo y a todos los costados de los escenarios- su popularidad fue menguando. Durante los años ’60 salió de gira por Europa, donde se vivía una ola de curiosidad y alto interés en los sonidos afroamericanos. Se instaló un tiempo en Inglaterra y logró mantener el fulgor del tiempo pasado en América entre jóvenes ingleses adoradores del góspel y el blues.

Estaba de gira con Muddy Waters cuando se enfermó por primera vez de manera seria. Decidió regresar a Estados Unidos. Tiempo después le amputaron una pierna debido a su diabetes y sufrió un primer infarto. Falleció en 1973. Tenía 58 años y tuvo un funeral muy tranquilo en la casa de su madre en Filadelfia.

El maquillaje y el vestuario que llevó puesto en esa despedida terrenal fue elegido por Marie Knight.