78 revoluciones por minuto

The Great 78 Project es el lugar en el que los discos de 78 rpm aún viven y gozan de buena salud.

Fueron muchos los años que el ARC (ARChive of Contemporary Music) tuvo que rechazar donaciones por no tener la estructura ni la manera de resguardar esas pequeñas piezas que se rompen de sólo mirarlos. Pero los tiempos cambian y finalmente llegó el Internet Archive con su estructura, y así, uniendo fuerzas, surgió este mega proyecto que resguarda, restaura, digitaliza y pone a disposición pública los registros de las primeras décadas del siglo XX.

El atractivo y sutil detalle es el respeto al sonido original, y los coordinadores lo explican así: “Hemos preservado el ruido superficial y las imperfecciones, a menudo muy prominentes, e incluimos archivos generados por diferentes tamaños y formas de púas para facilitar diferentes tipos de análisis”. El ordenamiento del material y sus facilidades de acceso dan cuenta de cómo se trabaja pensando no sólo en la democratización del disco, sino en el valor cultural de cada pieza, que sin duda aporta nuevas herramientas a investigadores e historiadores.

Al explicar que otro de los objetivos del proyecto es también «lograr una colección digital de referencia de artistas y de géneros subrepresentados” están recordándonos que la cultura nunca es nuestra primera impresión y nuestras vivencias, y es a través de esta noción que podemos colaborar activamente en la comprensión de la historia y, en este caso, de la música.

El catálogo de The Great 78 Project supera los 115 mil discos de 78 rpm, y en total ya pasó ampliamente los 200 mil títulos.

Con otra composición, desarrollo y motivos de ser bien diferentes está Dust-to-Digital, una discográfica que funciona como espacio de difusión de música popular y autóctona.

Lance Ledbetter, su dueño, buscó canalizar la odisea a la que se exponía cada vez que decidía ir en busca de discos de 78 rpm para ampliar su colección. Fan del formato, y justamente de la música popular y autóctona, en especial de la afroamericana, fue en el año 1999 cuando con su esposa Abril convirtieron la casa en un pequeño centro de digitalización para darle vuelo a su propia colección.

Ese plan fue mutando y creciendo de tal manera que hoy es una discográfica mimada por nostálgicos y otros coleccionistas, bien de nicho, pero también por unos fulanos tales como Neil Young y Bob Dylan, quienes festejaron el trabajo que se viene realizando desde Atlanta para el mundo. Para más, hace unas semanas, después de varias veces nominados, se alzaron con dos Grammy por el genial Voices of Mississippi: Artists and Musicians Documented by William Ferris (Mejor álbum histórico y Mejores notas de álbum). Ledbetter, como buen amante de la música, cree que no hay reconocimiento más alto que el dado por Dylan y Young.

En su catálogo, colección y redes nos encontramos con un claro protagonismo del góspel, madre de todos los géneros venideros, y también de esos gemidos ancestrales del blues. Por supuesto que el jazz, R&B, y hasta el country tienen su lugar, pero, sin embargo, el gran detalle, su nota distintiva y que los hace tener lazos cercanos y activos con diferentes movimientos de derechos civiles, es que Dust-to-Digital registra y distribuye música indígena y de diferentes raíces del mundo, y tanto para esto como para el resto de los trabajos, las producciones se realizan con musicólogos e historiadores para que el rescate y difusión vaya mucho más allá de lo que escuchamos.

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Los Kipsigis cantando en Kenia, 1950. Sus músicas están incluidas en Listen All Around: The Golden Age of Central and East African Music, de Dust-to-Digital.