El discurso adelantado de Huey Newton

El 15 de agosto de 1970, a 10 días de haber sido liberado luego de poco más de 2 años de prisión, Huey Newton se paraba frente a su gente y ofrecía un discurso que invitaba a reflexionar sobre los movimientos de liberación contemporáneos al partido Pantera Negra, dedicándole especial atención y apoyo al movimiento de mujeres y al movimiento gay:

«Durante los últimos las mujeres y los homosexuales se organizaron en busca de su liberación, y sé que hubo cierta incertidumbre sobre cómo relacionarse con estos movimientos.

Sean cuales sean sus opiniones personales y sus inseguridades respecto a los movimientos de liberación de los homosexuales y de las mujeres -y quiero decir que me refiero a homosexuales y a mujeres como sectores oprimidos- hay que tratar de unirse a ellos de una manera revolucionaria. Y les digo «sean cuales sean sus inseguridades» porque está claro que muchas veces el primer instinto es querer golpear a los homosexuales y querer que una mujer se quede callada. Queremos golpear a los homosexuales porque tenemos miedo sobre nuestra propia sexualidad, y queremos golpear a las mujeres o callarlas porque vemos en ellas nuestra castración, y eso nos da temor, como que nos muestre que, en realidad, nos faltan cojones.

Entonces es importante que ganemos seguridad en nosotros mismos para ofrecerles el respeto y nuestros sentimientos a todas las personas oprimidas. No tenemos que ser racistas, no tenemos que copiar a los blancos su actitud para con los negros y pobres. Muchas veces el blanco más pobre es el más racista porque tiene miedo de perder lo poco que tiene o de descubrir algo que no le corresponde, y ve en el negro una amenaza. Este tipo de psicología existe y funciona así, y también lo hace cuando nos enojamos con otro sector oprimido por el simple hecho de no comprender sus comportamientos o porque sus comportamientos se escapan de la norma establecida.

Nosotros no tenemos ningún sistema de valores revolucionarios, estamos en un proceso. Pero sé que nunca dijimos que un revolucionario podía referirse de manera ofensiva a un homosexual o que las mujeres no podían hablar de la opresión particular que cae sobre ellas, porque de hecho, pensamos exactamente al revés. Nosotros reconocemos el derecho de las mujeres a ser libres, y si bien no hablamos mucho sobre los movimientos de liberación de los homosexuales debemos relacionarnos. Ellos son reales. Y sé, a través de la lectura, a través de mi experiencia de vida y observaciones, que nadie en la sociedad les da libertad a los homosexuales, quienes, entonces, seguramente sean de los sectores más oprimidos por la sociedad.

¿Qué los hizo homosexuales? Tal vez sea un fenómeno que no entiendo del todo. Algunas personas dicen que es la decadencia del capitalismo. No sé si es así, y más aún, lo dudo bastante. Pero no importa la razón, sabemos que la homosexualidad existe y debemos entenderlo en su forma más pura: una persona debe tener la libertad de usar su cuerpo de la manera que desee.

Esto no es respaldar cosas en la homosexualidad que no consideraríamos revolucionarias. Pero no se puede abrazar la idea de que un homosexual no puede ser además un revolucionario. Y tal vez ahora estoy cayendo en algún prejuicio propio diciéndolo así, pero lo que quiero decir es que puede suceder que un homosexual sea el más revolucionario de todos.

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Huey Newton el 5 de agosto de 1970 a la salida del tribunal de Alameda (Oakland, California)

Cuando hagamos conferencias, encuentros y manifestaciones revolucionarias deberíamos tener una participación plena de estos movimientos. Algunos grupos pueden ser más revolucionarios que otros, pero no debemos pararnos desde un lugar externo a decir «todos son reaccionarios o contrarrevolucionarios», porque no es así.

Tenemos que tratar con ellos como hacemos con cualquier otro grupo o partido que se nos presenta como revolucionarios. Lo que hay que juzgar es si operan de manera sincera, revolucionaria y desde una situación verdaderamente oprimida, y está claro que las mujeres están en una situación de opresión. Ahora, si hacen cosas que no son revolucionarias o son contrarrevolucionarias, bueno, lo que se criticará será la acción. Si sentimos que tienen espíritu revolucionario en la práctica, pero cometen errores en la interpretación de la filosofía revolucionaria, o no entienden cómo opera la dialéctica de las fuerzas sociales debemos criticar eso, pero no criticar su género ni sus decisiones sexuales.

Nunca debemos decir que un movimiento es deshonesto cuando en realidad están tratando de ser honestos. Tenemos que diferenciar esto, porque solamente están cometiendo errores honestos, y los amigos pueden cometer errores. Al enemigo no se le permite cometer errores, porque toda su existencia es un error y nosotros sufrimos por eso. Pero el frente de liberación de las mujeres y el frente de liberación gay son nuestros amigos, son nuestros aliados potenciales y necesitamos tantos aliados como sea posible.

Deberíamos estar dispuestos a discutir las inseguridades que muchas personas tienen sobre la homosexualidad. Esas «inseguridades» son el temor de que sean una especie de amenaza para nuestra virilidad, y puedo entender ese miedo debido al largo proceso de condicionamiento que crea inseguridad en el hombre americano, entonces la homosexualidad puede producir ciertos problemas en nosotros. Yo mismo tengo problemas con la homosexualidad masculina, pero por otro lado, no tengo ningún problema con la homosexualidad femenina y eso es un fenómeno en sí mismo. Creo que es probablemente porque la homosexualidad masculina es una amenaza para mí y la homosexualidad femenina no lo es.

Tenemos que cuidar cómo nos referimos a estos temas, es importante no lastimar a nuestros amigos. Los términos fagot punk deben dejar de usarse, y, especialmente, no debemos usar términos asociados a la homosexualidad para insultar a hombres que son enemigos de los pueblos, como Nixon o John Mitchell, porque los homosexuales no son enemigos de las personas.

Hay que formar una coalición de trabajo con estos movimientos porque es nuestro deber manejar las fuerzas sociales de la manera más justa».

The Huey P. Newton Reader, Editado por David Hillard y Donald Weise para Seven Stories Press (2002) / Traducción HPWR